miércoles, 13 de abril de 2011

"Los cómics deben tener su sitio en las bibliotecas"

Entrevista en Diari de Terrassa el miércoles 13 de abril de 2010


Aquí el pdf del artículo. A continuación el texto de la entrevista:

Jordi Ojeda, Responsable del proyecto de divulgación “Cómic, Ciencia y Tecnología”
“Los cómics deben tener su sitio en las bibliotecas”
Jordi Manzanares

La Biblioteca del Campus de la UPC en Terrassa cuenta desde el pasado mes de enero con una colección de cómics relacionados con la aeronáutica, seleccionados por Jordi Ojeda Rodríguez, responsable del proyecto de divulgación “Còmic, ciència i tecnologia” de la Càtedra Unesco de Tècnica i Cultura. En los últimos quince años, Ojeda ha organizado diversas exposiciones, conferencias y jornadas centradas en los cómics y ha escrito varios libros y artículos al respecto. En junio de 2010 ganó el Premio Popular de Divulgación de la Historieta en el 28è Saló Internacional del Còmic de Barcelona.


¿Cómo surgió su interés por los cómics?
Es algo que he vivido desde niño. Soy el tercero de cuatro hermanos, pero los dos primeros son bastante mayores que yo: a los 4 años, tenía un hermano de 12 y otro de 17. Por lo tanto, en casa había en aquella época muchos tebeos. Mis hermanos dicen que aprendí a leer con ellos.

¿Qué tebeos eran esos?
Sobre todo, los de Editorial Bruguera. Era la empresa que dominaba el mercado en las décadas de los sesenta y de los setenta. Intelectualmente hablando, quienes fuimos niños en aquella época somos hijos de Bruguera. Cuando iba a la biblioteca, leía los cómics de Tintín o de Astérix, que llegué a saberme de memoria.

¿Leía tanto tebeos de humor como de aventuras?
Sí. E incluso para adultos porque, como ya he dicho, mis hermanos ya eran mayores. Curiosamente, ellos abandonaron después la lectura de cómics y yo, no.

¿Por qué?
La revista Totem, por ejemplo, empezó a salir en 1977, lo que significa que cuando yo tenía 10 años ya estaba en casa. Ya entonces leía cómics de Guido Crepax, de Hugo Pratt, de Moebius... Y también El Víbora. Supongo que fui encontrando en cada momento un tipo de cómic que me permitía dar un paso más allá, y por eso el medio ha seguido interesándome hasta ahora.

Un interés que va más allá de la simple lectura...
Quiero llevar a cabo una verdadera investigación sobre la historieta en España, un campo bastante inexplorado. Habitualmente, lo que hace un investigador es contribuir a llenar un hueco en el conocimiento. Pero si se trata de la historieta en España, puede hacerse lo que se quiera, porque apenas hay nada investigado. Por eso me planteo perseverar en esta línea, con acciones divulgativas.

¿Cómo pasó de lector a investigador?
En 1996, acudí a una conferencia del profesor Francesc Solé Parellada sobre la tecnología en los cómics de los años cincuenta. Fui el único asistente, lo que motivó que lo que iba a ser una conferencia se convirtiese en una conversación que derivó en una relación de amistad. Posee una de las mejores colecciones de cómic de España y me acercó a los grandes clásicos de las primeras décadas del siglo XX, que yo apenas conocía por aquel entonces. Se nos ocurrió poner en marcha una actividad que llamamos “Ciència ficció, tecnologia del futur”, a partir de la cual fuimos elaborando un discurso y enlazando temas distintos. Después recibimos un encargo del puerto de Santander sobre cómo visualizar los puertos de mar en viñetas, que dio pie a una gran exposición, “Cómics a puerto”, dos libros y muchos artículos. A partir de ahí, surgieron otras invitaciones que me han animado a continuar en esta línea.

Ha organizado varias exposiciones itinerantes.
Sí. “Anticipación tecnológica en las historietas de los años cincuenta” se ha presentado en una treintena de ciudades españolas. “Faros de papel, la luz de los cómics” también ha estado en mucho lugares, al igual que “Cómics a puerto, un universo marítimo en viñetas”.

Y ahora se ha encargado de preparar la colección “Còmic i aeronàutica”.
En realidad, esta es la sexta colección de cómics en bibliotecas de la UPC. Soy partidario de establecer unas preferencias temáticas para que haya una cierta coherencia en la adquisición de obras. Así que estoy asesorando a Biblioteca Gabriel Ferraté en su colección de cómics de ciencia ficción, a la biblioteca de la Facultat de Nàutica de Barcelona en la de cómics de temas relacionados con el mar y a la biblioteca de la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Industrial de Barcelona (ETSEIB) en sus colecciones de cómics sobre la Guerra Civil y el franquismo y sobre la mujer, así como sobre la propia teoría del cómic. Francesc Solé Parellada y yo ofrecimos la lección inaugural del curso 2007-2008 en el Campus de Terrassa y, a raíz de aquella intervención, propuse crear una colección de cómics sobre temas de aeronáutica en la Biblioteca delCampus.

¿Cuántos volúmenes la componen?
Se ha hecho una compra inicial de 35 volúmenes. Nos hemos centrado en los clásicos, pero con un criterio heterogéneo, de modo que hubiese obras de autores españoles, europeos, norteamericanos y japoneses. Así, pueden encontrarse cómics protagonizados por héroes como El Capitán Harlock, Flash Gordon o Blake y Mortimer, de autores como Paul Gillon, Moebius o Hugo Pratt. Ya se está preparando una segunda lista que incluye autores tan conocidos como Hergé o Hugo Pratt y estilos tan contrastados como el manga japonés o los superhéroes norteamericanos.

Quizás no todo el mundo entienda que haya cómics en la biblioteca de la UPC.
Esta biblioteca tiene también una vertiente humanística, aunque la mayoría de los fondos sean de temas científicos y tecnológicos. Es algo que sucede en todas las bibliotecas universitarias. Lo único que proponemos es dirigir un poco esta parte humanística, para que las adquisiciones tengan una cierta lógica. Todas las bibliotecas de la UPC comparten un mismo catálogo, por lo que no tiene demasiado sentido que todas tengan los mismos fondos: si a alguien le interesa un libro que está en otra biblioteca, lo tendrá aquí en unos días.

¿Qué función pueden desempeñar los cómics en una universidad como la UPC?
En primer lugar, está el aspecto estrictamente cultural: los cómics deben tener su sitio en las bibliotecas, igual que las novelas o las películas. Partimos de una situación en la que hay poca costumbre de leer cómics, por lo que su presencia en las bibliotecas contribuye por sí misma a su normalización. Por otro lado, los cómics pueden irse incorporando, poco a poco, como un recurso pedagógico.
No deja de ser curioso que, en un país que destaca por sus bajos índices de lectura, mucha gente considere que los cómics son algo instrascendente y los contraponga a los otros libros...
Solo hace tres años que se concede un Premio Nacional de Cómic, pero ya nadie recuerda cuándo nació el Premio Nacional de Literatura. El cómic no ha tenido aquí apoyo social ni institucional. Sin embargo, las tiras de prensa y el humor gráfico son muy importantes en los periódicos: hay muchas personas, incluyéndome a mí, que empiezan a leer los diarios por los chistes, que en realidad no son otra cosa que artículos de opinión que se expresan con dibujos. De todas maneras, el cómic está mucho mejor considerado en otros países. En Francia, por ejemplo, está triunfando “Blacksad”, de los españoles Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido, de cuya última entrega se han vendido 250 mil ejemplares; si aquí venden cinco mil, ya pueden darse por contentos. Del número 12 de “Titeuf” se vendieron en España menos de 1.500 ejemplares, y en Francia, 1,5 millones de ejemplares. Y aquí se vendió como un cómic para niños, cuando en realidad no lo es. Nos falta un rodaje que no acabamos de conseguir.

¿Lo conseguiremos algún día?
Hay cosas que están cambiando, afortunadamente. Un efecto positivo del manga es que ha contribuido a recuperar el hábito de la lectura entre la gente joven. De lo que se trata es de que ese hábito se extienda a otras cosas. La proliferación de películas basadas en cómics también ayuda a dar a conocer todo este mundo. La futura inauguración del Museu del Còmic en Badalona puede tener un efecto muy importante.

Organización de empresas
> Jordi Ojeda Rodríguez (Barcelona, 1966) es doctor ingeniero industrial y máster en producción automatizada y robótica por la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC). Ha trabajado en la realización y dirección de diferentes proyectos en la industria. Es socio fundador y director de la empresa Rational Time S.L. especializada en la organización del tiempo de trabajo y la gestión de los horarios del personal. Además, es profesor del Departamento de Organización de Empresas de la UPC y del Instituto de Organización y Control de Sistemas Industriales de la UPC.
Colaborador de la Cátedra UNESCO de Tècnica i Cultura de la UPC y vocal de la Societat Catalana de Tecnologia, utiliza las viñetas como instrumento pedagógico para la divulgación de la ciencia y de la técnica en el marco del proyecto “Còmic, ciència i tecnologia”. Es coautor de los libros: “Anticipación tecnológica en las historietas de los cincuenta”, “Faros de papel, la luz de los cómics”, y “Cómics a puerto, un universo marítimo en viñetas”. Ha organizado numerosas exposiciones y pronunciado conferencias. Ha sido distinguido con el Premio Popular de Divulgación de la Historieta en el 28è Saló Internacional del Còmic de Barcelona.

A las puertas del Saló
> Mañana se inaugura en las instalaciones de Fira de Barcelona en Montjuïc el 29è Saló Internacional del Còmic de Barcelona, que podrá visitarse hasta el domingo. Entre los atractivos de esta edición destacan exposiciones sobre Tarzán –con originales de Harold Foster y Burne Hogarth–, los gatos en el cómic o el 23-F, así como diversas actividades relacionadas con los zombies. Acudirán al evento numerosos autores de todo el mundo, con especial presencia de franceses, belgas e italianos.


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